Todos los jugadores de béisbol sueñan con un gran momento en el principal escenario de las Grandes Ligas: El Clásico de Otoño.
Para el cubano Yordan Álvarez y los Astros de Houston, ese instante esperado se presentó el sábado durante la sexta entrada del Juego 6 ante los Filis de Filadelfia. Los Astros perdían 1-0 por un jonrón solitario de Kyle Schwarber en el inicio de la sexta entrada, y el dominio del diestro Zack Wheeler.
Pero la fanaticada de los Astros aún tenía la esperanza de que el equipo respondería con otra sensacional remontada, en busca del segundo título de Serie Mundial. Martín Maldonado se embasó por dead ball. José Altuve rompió una jugada de double play, y Jeremy Peña sacudió un sencillo al centro del campo que envió hasta tercera la posible carrera del empate.
En esa situación, el tercer bate de los Astros Yordan Álvarez subiendo al plato con corredores en primera y tercera, un out y los Filis ganando por diferencia mínima, 1-0, el manager Rob Thompson, decidió acudir al bullpen. Sin dudas, era uno de los grandes momentos del juego. Luego del eficiente pitcheo de Wheeler, enfrentado par de veces al lineup de los Astros, Thompson apostó toda su confianza enviando al montículo al relevista zurdo José Alvarado contra Yordan Álvarez.
Antes de analizar el contexto del match Alvarado vs. Yordan, es razonable preguntarse si Zack Wheeler aún era el lanzador indicado para esa difícil situación. A su favor, Wheeler tenía un pleno dominio contra ocho de los nueve bateadores de los Astros, exceptuando a Jeremy Peña, quien produjo dos de los tres hits del equipo. Además, había dominado dos veces a Yordan Álvarez, lanzándole par de bolas rápidas de cuatro costuras a 99 y 97 mph, respectivamente. Contra Alex Bregman, quien le seguiría a Álvarez, Wheeler lució especialmente su combinación de sinker y curveball, haciéndolo fallar con rodado al campo corto y un ponche.
Es cierto, era el tercer enfrentamiento de Wheeler contra la parte superior del lineup de los Astros. Pero, aun así, se sentía como el lanzador más seguro, confiable e imponente en ese momento. De cualquier manera, así es el béisbol, un juego colmado de decisiones que inevitablemente desembocarán en resultados buenos, deprimentes, malos y, en ocasiones, la pérdida del campeonato. Y esa era la diferencia: con los Astros delante 3-2 en el Juego 6, a un éxito de ganar la Serie Mundial, la decisión de Thompson era clave para los Filis.
Wheeler, consciente de que el enfrentamiento entre Alvarado y Yordan Álvarez podría haber sellado su genial actuación de 5 ⅓ innings sin admitir carreras en un juego de eliminación del Clásico de Otoño, se quedó mirando fijamente mientras bebía un poco de agua. En el montículo, José Alvarado se preparaba y, extrañamente, Yordan Álvarez no acudió a su iPad. Esta vez, para un turno decisivo de Serie Mundial, el slugger cubano y tercer bate de los Astros esperaba con paciencia antes de entrar a la caja de bateo.
Durante sus 50 apariciones anteriores al plato en esta postemporada, Yordan había estado lejos de su brillantez, luego de bombardear a los Marineros de Seattle durante los Juegos 1 y 2 de la ALDS. Estaba bateando para línea de apenas .125/.271/.175, y sus ponches (15) triplicaban sus espaciados cinco hits, dos de ellos dobles.
Contra Alvarado, Yordan había fallado dos veces en la Serie Mundial, con par de elevados al infield, dejando a cinco corredores esperando remolque. Su único turno positivo, llegó cuando Alvarado le propinó un dead ball con bases llenas. Aquella bola rápida de 99 mph, abrió el marcador 1-0 en el Juego 5, antes de que los Astros completaran el histórico “no-hitter” combinado para tomar la ventaja 3-2 en esta Serie Mundial.
Entonces, si de contexto e historias recientes se trataba, el movimiento de Alvarado vs. Yordan también parecía traer proyecciones a favor de los Filis. Rápidamente, Alvarado acudió a su sinker de 98 mph y, como le había sucedido a Yordan Álvarez a lo largo de este Clásico de Otoño, su swing llegó retrasado. Aun así, alcanzó a golpear de foul. Luego, Alvarado tiró un cutter lejos de la zona de strike, que Yordan dejó pasar. En cuenta de 1-1, ¿cuál era la siguiente oferta? Sí, otra sinker, esta a 99 mph, alta y pegada, que marcó la segunda bola.
¿Qué más podría esperar Yordan? Básicamente, Alvarado lanzó sólo en un 1.2% su curveball, el único lanzamiento fuera de sus disparos humeantes: sinker (99.6 mph/promedio), bola rápida de cuatro costuras (97.5) y cutter (93.8). Por debajo en la cuenta, Alvarado lanzó su principal pitcheo, una sinker de 98 mph, pero cometió un grave error en el comando: Yordan Álvarez no lo perdonó, detonando un panorámico jonrón por todo el centerfield de Minute Maid Park.
La pelota aterrizó a 450 pies del plato, y el mundo entero sabía que la Serie Mundial había terminado: los Astros tomaron el control del juego, con una ventaja de 3-1 en el final de la sexta entrada. En los segundos mientras Yordan Álvarez recorría las bases, Minute Maid Park se estremecía, como sucedió en Atlanta el año pasado cuando su compatriota Jorge Soler encabezaba la sensacional victoria de los Bravos.
El dugout de los Astros de Houston era demasiado pequeño para celebrar tanta emoción, y los jugadores saltaron por encima de la baranda mientras el enorme fly ball de Yordan Álvarez se perdía en la noche de Houston. “Te voy a ser sincero”, dijo Yordan Álvarez al legendario diestro de los Red Sox y miembro del Salón de la Fama, Pedro Martínez, en una entrevista para MLB Network después del partido.
“Cuando trajeron a (José) Alvarado, yo ni siquiera fui a ver el iPad. Ya yo sabía lo que lanzaba. Sentí una paz en ese momento como que… ‘Bien, es ahora o nunca’. Cuando llegué al home plate sentí eso, que era el momento”, rememoró Yordan, quien finalmente le dio a los Astros de Houston lo que necesitaban: un batazo para asegurar el título de la Serie Mundial.
“Me tiró el primer sinker, di foul y, me dije, OK, ponte listo, debes hacer el swing más corto para la bola, que la recta le llega. Luego me tira el cutter, ‘lo cojo’, el sinker pegado y luego dije: ‘tiene que entrar aquí, porque él no quiere perderme en el conteo’”.
Yordan rompió una sequía de 10 juegos sin vuelacercas, y se convirtió en el cuarto Astro en conectar un jonrón de ventaja en un juego potencial para asegurar la Serie Mundial, uniéndose a Yuli Gurriel en el Juego 7 de 2019 vs. Washington Nationals (rompió el empate 0-0), Alex Bregman en el Juego 6 de 2019 vs. Washington Nationals (rompió el empate 1-1) y George Springer en el Juego 6 de 2017 vs. Los Angeles Dodgers (rompió el empate 0-0).
El slugger nacido en Las Tunas, Cuba, también registró su tercer jonrón para proporcionar la ventaja en la sexta entrada (o más adelante), empatando con Troy Glaus (3) de Anaheim en 2002 como la mayor cantidad en una sola postemporada.*
*También está empatado en la segunda mayor cantidad de este tipo en toda una carrera de postemporada detrás Carlos Correa (4).
Yordan Álvarez había bateado sólo de 19-2 (.105/.227/.158) con cinco ponches antes del Juego 6 de la Serie Mundial, pero produjo el batazo clave que esperaban los Astros de Houston. “Obviamente, estaba peleando en el home plate durante toda la Serie Mundial”, expresó Yordan sobre cómo lidió con la presión y sus responsabilidades en el lineup. “No estaba en un buen momento. Y es un poco frustrante saber que no estás aportando al equipo cuando sabes que te necesita”.
Tras el jonrón de Yordan Álvarez a 450 pies, el segundo más largo de la Serie Mundial en la “Era de los datos de Statcast desde 2015”, un sencillo de Christian Vázquez completó el rally de cuatro carreras de los Astros en la sexta entrada del Juego 6, suficiente en la victoria por 4-1 para convertirse en los nuevos campeones de la Serie Mundial.
“Cuando Yordan (Álvarez) sacó la pelota por allá arriba (señalando hacia el jardín central)”, dijo el manager Dusty Baker, quien consiguió su esperado primer anillo de Serie Mundial como manager a los 73 años, “fue cuando comencé a procesar todo”. Sin dudas, ese era el momento, y Yordan Álvarez lo hizo suyo, respondiendo como los Astros y el mundo del béisbol esperan de su talento legítimo.
Ya lo dijo Dusty, en uno de los momentos más memorables de su grandiosa carrera: “a lo grande”.
(Foto: Yordan Álvarez/Getty Images)
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