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Leyendas del béisbol cubano: Pedro Luis Lazo



Una vez más bienvenido a Leyendas del béisbol cubano, un proyecto iniciado el pasado año y que pese a ser interrumpido nunca dejó de existir. ¿Qué puedes encontrar aquí? ¡No hay límites! Estoy pensando en traerte todas las semanas una historia impredecible para ti, pero que vas a apreciar porque será sorprendente. Desde que cubro el béisbol para BaseballdeCuba.com, había pensado en un proyecto como este. Entonces, ¿por qué no me lancé antes?: Bueno, para ser honesto, siempre pensé que merecía un espacio especial dentro de la cobertura anual del béisbol cubano. Sé que la lectura será de tu agrado y, sobre todo, seguramente te remitirá a varias de tus historias favoritas. Espero que disfrutes la lectura, tanto como lo orgulloso y complacido que me sentiré de escribirlas, mientras disfruto recordándote por qué amamos el béisbol.

 

Fue un hombre que nació para lanzar, y aún me parece estar disfrutando cada show espectacular de pitcheo protagonizado por Pedro Luis Lazo encima del montículo.


Era casi imposible no emocionarse y reconocer su grandeza viendo cómo se hacía dueño y señor del más duro reto, incluso si el astro del “99” de los Vegueros se burlaba de tu equipo favorito.


Para los cubanos de las nuevas generaciones que no vieron lanzar a Lazo, su clase maestra de pitcheo protagonizada contra República Dominicana en la semifinal del I Clásico Mundial de Béisbol 2006 —retransmitida recientemente por la televisión cubana—, podría ser la disertación perfecta de pitcheo para definir la casta del “Rascacielos pinareño”.


Si tuviste la oportunidad de disfrutar esa joya de pitcheo, sin dudas apreciarás las virtudes de un lanzador especial sobre el montículo. Su habilidad para dominar la zona de strike y variar el efecto en las velocidades de sus lanzamientos. La comunicación con su cátcher, esa energía de quien se enfoca y entrega al máximo.


Lo resumiría todo con la palabra potencia. Contando con un amplio repertorio, bastó la valentía de Lazo y su seguridad para atacar a bateadores profesionales como los de aquel lineup dominicano plagado de estrellas —David “Big Papi” Ortíz, Albert Pujols, Adrian Beltré, Miguel Tejada y Moisés Alou, entre otros— que han hecho historia en Grandes Ligas.


Lazo, entre otras cualidades naturales, lucía un poderoso brazo saludable e imponente que dominó a nivel nacional e internacional por dos décadas sin la sombra de lesiones.


Durante su última temporada a los 37 años en 2010, Lazo aún ejercía dominio, registrando marca de 8-4, 2.77 de efectividad, 78 strikeouts y apenas 31 bases por bolas. De hecho, su bola rápida no sufrió visibles regresiones, mostrando siempre la potencia sobre las 90 mph y exquisito comando. Aunque, si recordamos su amplio repertorio, es justo decir que el gran éxito de Lazo contra cualquier oponente estaba en su mezcla de pitcheos.


El constante ataque lanzando strikes, y la capacidad de mantener a un alto nivel todos sus pitcheos secundarios también fue clave para ser duradero: El tenedor, la sinkerball de rotación natural y el slider eran sus armas devastadoras. Pero, además de todas esas habilidades, Lazo combinaba cada una de sus virtudes imprimiéndole un ritmo acelerado al juego, que se convirtió en una cualidad distintiva.


Era, podía decirse por sus condiciones físicas, el hombre con un brazo derecho diseñado para lanzar, y a Lazo no le costó aprender el arte del pitcheo. Ese talento lo desarrolló rápidamente, al punto de ganar 14 juegos en Series Nacionales entre los 19 y 20 años.


Cuando comenzó, “El Jíbaro”, como llamaban a Lazo al inicio de su carrera, era dominante, pero aún no había encontrado la mezcla que lo hizo emerger como un ponchador imbatible. Los números, luego de 20 temporadas entre los 19 y 37 años de edad, revelan su rápida evolución: Fue un artista del strikeout sin medida (2,426), el segundo de todos los tiempos por detrás de otro estelar pinareño, Rogelio García (2,509).


En playoff, su récord de 311 ponches aún sigue vigente como la cifra que reina en todos los tiempos, un registro que nos hace visualizar cómo Lazo fue capaz de imponerse ante los escenarios y equipos más retadores. Ahí, cuando la presión no dejaba ni siquiera concentrar a varios grandes lanzadores cubanos de la época, Lazo fue un exitoso devorador que ganó 29 juegos de postemporada.


Aprendió el secreto de controlar las emociones y apagar estadios. Ganó un título de pitcheo desafiando el bate de aluminio, con una efectividad de 1.15 en la 36 Serie Nacional, 1996-1997. Fue tres veces líder en juegos completos (1995, 2006 y 2008), una en blanqueadas (1994), y cuatro en victorias (2002, 2005, 2006 y 2008). Triunfó más de 10 veces en la mitad de sus 20 series, garantizó al menos 90 innings lanzados en 17 de sus 20 temporadas y dibujó una increíble tasa de 2.6 boletos por cada nueve inning en su carrera.


Desde su retiro en 2010, el registro de Lazo con 173 ponches sobre bases por bolas en playoff parece imposible de romper, pero la hazaña que sí será intocable para siempre fue la racha de los 29 ceros consecutivos durante la postemporada de 1997, en la era del bate de aluminio.

Venció a todos los equipos que enfrentó. Acumuló un total de 69 contra los “tres grandes” —Villa Clara, Santiago de Cuba e Industriales—, aunque vale señalar su especialidad por excelencia, lanzarle a los Azules de la Capital: ¡Le ganó 27 desafíos en su carrera!


Quizás era el carisma que lo distinguía y cómo su gran coraje se tragaba la presión, pero nunca me pareció haber visto a Lazo realmente coaccionado o al menos aparentarlo, sin tener en mente su próximo pitcheo contra un bateador en situaciones decisivas. Controlar la presión, es algo normal que buscan los pitchers sobre la colina, y obviamente Lazo lo experimentó, pero el aplomo en todo momento llegó a convertirlo en aún más inmenso.


Como mismo conseguía éxito, Lazo también era capaz de mostrar su caballerosidad cuando un bateador lo vencía en la batalla, y lo demostró cuando Antonio Pacheco le botó la pelota con bases llenas en la final del 2001, destrozándole una bola rápida de 94 mph.

Ese rasgo característico hizo trascender a Lazo, como competidor y prototipo de lanzador a seguir. Otro de los ejemplos, tal vez uno de los más marcados, fue el único match en su carrera que le hubiese dado el primer “Juego perfecto” en la historia de las Series Nacionales. “Sonreí, qué podía hacer”, me dijo Lazo durante una charla en una sesión de entrenamiento durante los playoffs de la 59 Serie Nacional, recordando que, en la noche del 4 de enero de 1997, durante la 36 Serie Nacional, el antesalista tunero Juan Miguel Gordo le rompió la perfección a un strike de lograrlo.


“¿Qué te puedo decir?”, recordó ‘El Rascacielos pinareño’ clavando su mirada en una pelota que tenía en sus manos, mientras la movía como buscando acomodar las costuras. “Habría sido el primer juego perfecto en la historia de las Series Nacionales”.


Casi tres años después, el astro espirituano Maels Rodríguez logró dicha hazaña, el 22 de diciembre de 1999, también contra los Leñadores de Las Tunas. Sin embargo, hasta el día de hoy, la huella de Pedro Luis Lazo Iglesias ha sido imborrable en la pelota cubana, tanto como los récords que lo distinguen entre más de 3,000 pitchers.


El típico tabaco pinareño haciendo icónica su sonrisa, el brazo derecho que intentaba tocar el cielo tras sacar cada out —señalando que el elevado de turno se quedó en el infield— y la gorra siempre en alto, simbolizando el respeto por su afición de siempre.


Cuando recuerdo a aquel gigante que inmortalizó el número “99”, no dejo de admirar cada una de sus hazañas, dejando récords bien difíciles de superar. ¿El principal? Por muchas razones, parece casi imposible que otro lanzador vuelva a ganar más de 200 partidos en Series Nacionales.


¿Alguien podría alcanzar 257, la marca vigente desde 2010 en poder de Lazo? Pero esos no son los únicos números mágicos que dejó el “Rascacielos pinareño” en su carrera.


Descubre aquí otros cinco que definieron su historia en 20 Series Nacionales:


7

Esas fueron las blanqueadas de Pedro Luis Lazo en postemporadas, un registro que, a día de hoy, parece inalcanzable. Los cinco que le siguen tienen tres, y todos están retirados: Norge Luis Vera, José Ibar, Jorge Luis “Tati” Valdés, Orlando “El Duque” Hernández e Ifreidi Coss.


10

Todas las campañas, la mitad de sus 20, en las que Lazo sumó al menos diez triunfos: Sus dos mejores fueron de 15 éxitos, en 1999 y 2002, a los 26 y 29 años, respectivamente. Además, lideró la liga cuatro veces, en 2002, 2005, 2006 y 2008. Agrégale a eso: También en 10 de sus series admitió menos de 10 jonrones.


17

Razonable para un lanzador que permitió apenas .245 contra 13,644 oponentes: En 17 de sus 20 series, dejó a sus rivales con .260 o menos de promedio.


48

Como ya había adelantado, Lazo le ganó 27 veces a Industriales. Y, si sumamos los 21 contra Metropolitanos, ¡llegamos a 48 ante teams de la capital! ¡Impresionante!


311

¡311! ¡A los bateadores que ponchó en playoffs! ¿Y saben a cuántos strikeouts se quedó el pitcher más cercano?: ¡A 92! Norge Luis Vera, con 219.


Y, por si fuera poco, vale agregar parte del dominio de Lazo en torneos internacionales: En 26 eventos, se fue con marca de (22-2) y 31 juegos salvados, además de una brillante efectividad de 2.00. Ponchó a 281 bateadores en 225 innings, imponentes registros que demuestran la grandeza del inolvidable diestro que inmortalizó el número “99”. Pero, más allá de estadísticas y títulos tanto en Series Nacionales como en el team Cuba, a Pedro Luis Lazo Iglesias lo recordamos por su coraje, valor y cubanía.


Esos rasgos, junto a su altísimo nivel probado como lanzador en cualquier escenario, lo harán trascender entre los más grandes jugadores en la historia de la pelota cubana.

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