"Había escuchado que los cubanos son un pueblo profundamente religioso. En dos días en Cuba he aprendido que el béisbol es su religión." - Samuel Harold Lacy, Legendario escritor deportivo afroamericano de Baltimore
Sus inicios
Con el inicio y desarrollo del “base ball” en Estados Unidos sobre la década de los cuarenta del Siglo XIX, el punto que bien pudiera ser el eje de partida de la llegada oficial del deporte a Cuba, casi todos los historiadores coinciden tiene un nombre, el del habanero Nemesio Guilló. Por la época, muchos jóvenes cubanos habían marchado a cursar estudios en los Estados Unidos, y dentro de ellos estaba Guilló, el cual partió en 1858 hacia el Springville College en Mobile, estado de Alabama, y quien se considera en su regreso a Cuba, en 1864, trajo el primer bate y la primera pelota. Guilló, junto a su hermano Ernesto y un amigo íntimo - Enrique Porto - a raíz del inicio y desarrollo de este deporte en el vecino del norte y dada la popularidad que había adquirido el mismo, decidió introducir los mayores aspectos técnicos en los barrios del Vedado habanero.
Por supuesto que España no estuvo para nada contenta con el nuevo entretenimiento arribado a Cuba. La guerra insurrecta que mantenían los cubanos ante el país europeo hizo que cada día la práctica del béisbol se hiciera más tensa. Pero sería sobre todo a partir del inicio de la primera guerra de independencia, La Guerra de los Diez Años (1868-1878), que muchos comenzaron a utilizar el béisbol como medio de conspiración contra el gobierno español, a tal punto que entre los años 1868 y 1869, las autoridades españolas emitieron la orden de prohibición de su práctica a lo largo y ancho del país. El 1ro de octubre de 1868, Francisco de Lersundi y Ormaechea, Capitán General de la Isla, suprimía la práctica del béisbol en territorio nacional, por considerarlo "...un juego antiespañol y de tendencia insurreccional, contrario al idioma y que propicia el desamor a España..."
En Cuba, las actividades deportivas que más difusión tenían en la época eran las corridas de toros y las peleas de gallos, por tanto los cubanos, que comenzaban a amar el nuevo deporte, lo comenzaron a llamar "El Rey de los Deportes". Al parecer era muy tarde para más imposiciones españolas y el "insignificante deporte", como también solían llamarlo los mismísimos europeos, había calado tan profundo en el día a día del cubano, que parecía no dejarían de practicarlo tan fácilmente.
Ya para el mismo 1868 el propio Guilló junto a su hermano Ernesto y un grupo de amigos que incluían a Enrique Canal, Francisco y Rafael Saavedra, Ricardo Mora, Alfredo Maruri y Leopoldo de Sola, habían fundado el Habana Base Ball Club (Habana B.B.C.), el mismo año que este elenco por vez primera viaja a Matanzas y derrota a un elenco de marinos norteamericanos anclados en el puerto de esa provincia, completando reparaciones de su barco.
Para 1872 el béisbol había tomado un impulso inusitado en la isla. El propio Habana B.B.C. se convierte en el primer elenco profesional de Cuba, seguido en 1874 por el Matanzas B.B.C. Este último territorio, Matanzas, marcaría la historia beisbolera de los cubanos para siempre, primero por la construcción en el territorio del mismo nombre del primer estadio de béisbol en la isla, el Palmar de Junco. Pero, además, por ocurrir en 1867 el hecho más importante para este deporte en el país, la celebración del primer partido de béisbol del que se tenga referencia, además de jugarse, siete años más tarde en el mismo escenario, el primer juego con anotación oficial que se conozca en la isla.
Según nuevas revelaciones de investigaciones realizadas por Juan Martínez de Osaba y Goenaga, Félix Julio Alfonso y Yasel E. Porto Gómez, autores de la primera edición de la Enciclopedia Biográfica del Béisbol Cubano, el primer juego en Cuba aparece registrado en el periódico La Aurora del Yumurí, de Matanzas, en una reseña que menciona que hubo un desafío beisbolero entre jóvenes del comercio habanero y estadounidenses radicados en Matanzas, el 2 de septiembre de 1867 en el Palmar de Junco, y que el choque culminaría con empate. Posteriormente aparece la celebración con anotación oficial de un encuentro de béisbol, el 27 de diciembre de 1874 en el propio Palmar de Junco, con los mencionados clubs de Habana y Matanzas enfrentándose, la crónica aparecida en el periódico "El Artista" también tuvo una reseña en La Aurora del Yumurí el 29 de diciembre de 1874, como aparece a continuación.
Aquel trascendental choque culminó con una victoria del Club Habana, 51 "corridas" a 9, sobre el Club Matanzas, corridas era como en la época se le llamaba a lo que hoy conocemos como carreras. En las reseñas del encuentro que quedaron recogidas en ambos periódicos, se hablaba de la paliza ofrecida por el elenco habanero al matancero. Los periódicos hacían también referencia al lanzador ganador, Ricardo Mora, y a la ofensiva del receptor Esteban Bellán, este último quien junto al matancero Rafael de la Rúa fueron los primeros latinos en jugar béisbol organizado de alto nivel en Estados Unidos, cuando lo hicieron en la Asociación Nacional, mientras Bellán se convertiría en 1871 - cuando la Asociación Nacional logró estatus profesional - en el primer latino en ingresar en la primera liga profesional norteamericana, jugando con el Troy Haymakers y el Mutual Club de Nueva York de 1871-1873. Bellán, a quien se le reconoce su labor como tercera base, torpedero y jardinero, en el encuentro del 27 de diciembre, jugó en la receptoría y se convirtió en el primer cubano y latinoamericano en conectar 3 jonrones en un encuentro.
Ya para 1878 otros dos acontecimientos marcan a este deporte en Cuba, primero un nuevo elenco es formado, el Almendares Base Ball Club (Almendares B.B.C.) y segundo, surge el primer campeonato profesional, iniciado en 1878, pero extendido hasta 1879, y organizado bajo el mandato de la Liga General de Base Ball de la Isla de Cuba, con la participación de los tres elencos mencionados anteriormente. Ese primer torneo fue ganado por el Club Habana, que contó entre sus jugadores con los ya conocidos Bellán y Guilló.
Pero, regresando a la fecha del 27 de diciembre, más allá del propio resultado del choque entre el Habana y Matanzas, el partido sirvió para dar continuidad al inicio de una de las historias más bellas, poderosas y controversiales que se hayan visto en el deporte, la historia del béisbol cubano. A partir de la realización de aquel histórico encuentro con real referencia estadística, el nacido entretenimiento seguiría tomando auge dentro de Cuba, a tal punto que parecía imposible apartarlo de la vida del cubano. La semilla estaba sembrada, los inicios de lo que posteriormente sería uno de los países con mayor historia y tradición beisbolera en el mundo, solo había comenzado.
Crónica del juego según el periódico de la época, El Artista
27 de diciembre de 1874, Estadio Palmar de Junco, Matanzas
El domingo 27, según anunciamos a nuestros favorecedores, tuvo efecto el desafío entre los clubes de juego de pelota Matanzas y La Habana.
Reunidos en el lugar conocido por Palmar de Junco, en el barrio de Pueblo Nuevo (Matanzas), se procedió a echar suerte al que debía tocar in; cúpole al de Matanzas, por lo que el club habanero pasó a ocupar su puesto respectivo, dándose enseguida la voz de play por el umpire (a la una menos cuarto).
Jugados las primeras entradas, el match parecía igual, pues no se hicieron más que dos corridas por ambas partes.
En el primer inning del Habana tuvo lugar una seria discusión motivada por la manera de lanzar la pelota del pitcher del Matanzas, que en vez de to pitch, que es como está previsto, se permitió el lujo de throw the ball, que está prohibido.
Pidióse en el acto reclamación al umpire y éste declaró que en justicia no era válido el modo de arrojar la pelota que usaba el pitcher matancero pero como éste no fuera reemplazado, creyendo aquel club llevar en ello gran ventaja, se determinó que ambas partes hicieran uso de igual privilegio.
Sin embargo, la suerte estaba echada: el Habana B.B.C. logró con esa innovación gran ventaja, pues la fuerza de su pitcher R. Mora, cuyo throwing era tan rápido y tanta la ligereza que su catcher (mister Bellán del Mutual Club de Nueva York) apenas permitía al batmen matancero distinguir la pelota. He aquí por qué en 7 innings que se jugaron, los del Matanzas Club no hicieron sino nueve corridas, mientras que el Habana, en igual número de innings le hizo tres skuns y 51 corridas, ganándoles, por lo tanto por 42 corridas.
Con motivo de no haberse preparado convenientemente el terreno, el umpire no pudo funcionar con el acierto que era de esperar, mereciendo, sin embargo, un voto de gracia por la solicitud y el buen deseo que dio prueba.
Una concurrencia numerosa presenció el acto, que por la novedad llamó la atención. Gustó mucho también el sencillo y apropiado uniforme del Habana B.B.C. Merecieron especial distinción Bellán y Mora; el primero hizo tres home runs y el segundo uno. Por la reseña que copiamos al pie, puede verse que todos se portaron como buenos.
El juego terminó a las 5 y 35 minutos de la tarde, hora en que la oscuridad no permitía continuar.
(Foto de portada: GettyImages/Fotos: Archivo de BaseballdeCuba)