Antes de que terminara el juego inaugural de este domingo en la 61 Serie Nacional del béisbol cubano entre Granma y Matanzas, uno de mis grandes amigos me envió un mensaje de texto: “Oye, estoy viendo el juego. Por cierto, ya gané el primero”, escribió.
No estoy seguro si el mensaje llegó a mi bandeja al instante, ya que depende de la conexión, pero definitivamente lo leí un inning antes que finalizara el juego. Para ser más exactos, el relevista zurdo de los Cocodrilos, Naykel Yoel Cruz, acababa de gastar una docena de lanzamientos hasta dominar a Carlos Benítez y mantener la entrada bajo control luego de recibir un trueno de Guillermo Avilés que rodó salvajemente rumbo al rightfield.
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Había dos outs, y los Cocodrilos estaban ganando 4-3 en el final del octavo, cuando Guillermo García entró al plato. Naykel tenía 53 lanzamientos acumulados, 10 outs desde su entrada en el quinto capítulo, tres ponches y un solo hit permitido. Su bola rápida tocó las 90 mph, penetró contra los bateadores zigzagueando sin contratiempos y la combinación de slider y cambio de velocidad lograba ser dominante.
El bullpen nunca se detuvo, pero la efectividad de cada pitcheo y el ímpetu sobre la lomita hacían de Naykel el elegido para cerrar el noveno. Estaba sacando outs, sin regalar boletos ni ceñirse al enfoque de sólo querer ponchar, una filosofía que probablemente podría llevarlo a pulverizar las tendencias de sus tasas de 7.2 K/9 y 5.7 BB/9 en la 60 Serie Nacional. Ciertamente, estuve disfrutando el esperado día inaugural, pitcheo por pitcheo, pero quería polemizar con mi amigo sobre cuáles eran sus argumentos para dar el juego “por ganado” para los Cocodrilos antes del final.
La razón es la misma de lo que me sucede algunas veces con varios de mis colegas y amigos: Las estadísticas que compartimos llegan a convertirse en una herramienta valiosa. Semanas antes del partido, compartí un reporte en un grupo de amigos, cuya información contenía las marcas de victorias y derrotas de cada equipo en diferentes lapsos: El balance histórico, desde 1977 a la fecha, luego los últimos 10 años, cinco, tres, dos, hasta la pasada campaña. Y entonces aquí viene la gran historia y, creo, el motivo del mensaje: En todos esos registros, los Cocodrilos de Matanzas vencían a los Alazanes de Granma.
Sí, en todos los resultados durante las temporadas regulares: 80-79 en el histórico, 49-34 en los últimos diez años, 29-24 en los últimos cinco, 10-7 en los últimos tres y 8-6 en los últimos dos. Es cierto que la información casi siempre es sinónimo de poder, pero en el béisbol hay conceptos que no funcionan así. Los Alazanes han perdido la serie ante los Cocodrilos en todos esos lapsos que no definen campeonatos, pero en los playoffs, Granma tiene balance de 12-6 en tres series, dos Semifinales y la Final en la pasada 60 Serie Nacional.
En otras palabras, al inicio del juego, lo sorprendente no era ver a Matanzas salir delante otra vez contra Granma: Sino que Aníbal Medina aplastara el primer pitcheo de 2022 en el béisbol cubano, convirtiéndose en el primer bateador de la historia (documentada) con un jonrón al primer lanzamiento de la Serie Nacional.
No sé si te sucedió algo parecido, pero entre tantos momentos memorables que he disfrutado últimamente, el jonrón de Medina me recordó la explosión de Jorge Soler con los Bravos, para abrir la Serie Mundial conectando jonrón contra los Astros. Bueno, probablemente dirás que son dos escenarios bastante diferentes, y tienes razón, pero no se trata de compararlos, porque la idea aquí es simplemente disfrutar de las pasiones que nos genera el béisbol.
Por cierto, ahora Medina acumula cinco jonrones en su carrera contra el pitcheo de los Alazanes, el segundo staff que más ha castigado, detrás de Santiago de Cuba (7). Además, ahora el intermedista matancero registra dos de los últimos cinco bambinazos que los Cocodrilos le han bateado a los pitchers granmenses.
Sí, fue emocionante sentir la algarabía del público de regreso al estadio, incluso desde la transmisión televisiva. En ese primer inning, se sintió la presión por todas partes. Los Alazanes cometieron dos errores en jugadas que no requerían una alta exigencia. El primera base Guillermo Avilés (fildeó para promedio de .993 en la 60 Serie), pifió un rodado lento de Ariel Sánchez, y el cátcher Iván Prieto (cometió sólo dos errores en 522 ⅔ innings en la receptoría durante la pasada campaña) tiró mal a primera.
Tras el jonrón de Medina, Matanzas fabricó una carrera con dos outs, cuando Erisbel Arruebarena haló a gusto un pitcheo lento que se le quedó colgado a César sobre el home en cuenta de 2-2. Acto seguido, el manager de los Alazanes, Carlos Martí, realizó una polémica estrategia que jugó un poco con fuego cuando mandó a obsequiarle un boleto intencional a Yadil Mujica para llenar las bases.
No creo que la diferencia de calidad como bateador entre Mujica y Andrys Pérez sea discutible, ni pretendo criticar la gestión de Martí, quien ha dirigido más de 2,000 juegos de pelota y archiva tres coronas en Series Nacionales. Pero en términos de expectativa de carreras—estadísticas que no suelen ser utilizadas por los directores cubanos—, las probabilidades de anotar crecen considerablemente de 0.784 a 0.928 cuando están las bases cargadas y dos outs.
De cualquier manera, también hubo un lado interesante, y fue que Martí confió todo el tiempo en César García, dándole la pelota para abrir el primer juego del año. Después de un primer inning tempestuoso por ambos bandos, la calma comenzó a llegar. Los abridores, César García y Noelvis Entenza, se habían combinaron para gastar 50 pitcheos y admitieron cuatro carreras, 11 embasados y siete hits. Sin embargo, el ritmo ofensivo del juego comenzó a dar un giro interesante. César mandó a dibujar cuatro ceros consecutivos, del segundo al quinto, y el duelo se mantuvo 2-2 hasta que Osvaldo Abreu martilló una bola rápida de 84 mph de Entenza para poner el score 3-2.
¿Podemos hablar un minuto de Osvaldo Abreu? A menudo, la mayoría de los números ofensivos que nos seducen se enmarcan en columnas encabezadas por siglas familiares como HR, RBI, OPS, OPS+, wOBA o WAR, entre las más populares. Y bueno, está de más decir que, cuando buscas en las entrañas de cada una de ellas, la esencia es prácticamente la misma: La mayoría de los bateadores de fuerza tienen el control, y por ende otros hombres con diferentes swings e impacto aparecen sin posibilidades de entrar en la conversación. Pero ahora que hablamos de esto, es un gran momento para analizar cuán importante son todas las piezas en el “ajedrez beisbolero”.
Para los Alazanes, obviamente Abreu no es el Rey en el terreno. Sin embargo, es uno de esos caballos, arfiles o torres que permiten no sólo poner en jaque a los oponentes, sino también resguardar la producción. Abreu es uno de los bateadores más hábiles de estos tiempos en el béisbol cubano. Simplemente tienes que verlo, no dejar que te lo cuenten ni mirar estadísticas a veces superficiales.
Este domingo, Abreu bateó de 4-1. En promedios, eso es sólo .250, pero si analizas todas sus acciones verás qué tan productivo es: En el primer inning, luchó siete pitcheos y bateó un rolling que le permitió a Roel Santos avanzar hacia la intermedia. Luego, en el tercero, se embasó por error de Arruebarena, y llegó hasta posición anotadora cuando Entenza tiró un wild pitch. En su tercera aparición al plato, el “52” de los Alazanes proporcionó la ventaja 3-2, con un largo doble que viajó hasta los 360-ft entre center y right.
Finalmente, se ponchó en el séptimo, pero terminó tomando 20 pitcheos en cuatro viajes por el plato y su contribución defensiva fue clave para evitar que los Cocodrilos se alejaran en el marcador.
Con Abreu en segunda, el manager de Matanzas, Armando Ferrer, no esperó para sustituir a Entenza, quien lanzó siete bolas en sus 11 pitcheos durante la quinta entrada. Ferrer activó al talentoso zurdo Naykel Yoel Cruz, con la misma encomienda de la pasada postemporada: Retar a los bateadores zurdos de Granma. Al segundo pitcheo, Raico Santos cedió un rodado manso a tercera, y luego Avilés se ponchó con un swing indefenso buscando una curveball en la esquina baja-exterior.
Naykel celebró sus dos outs, y los Cocodrilos volvieron a la carga. Otra vez, César pecó con un par de lanzamientos en zona. Jefferson Delgado abrió con largo doble al left, aplastando el primer envío, un cambio de velocidad de 77 mph ligeramente pegado. Luego, Camero se ponchó sin poder alcanzar una slider venenosa en la esquina lejana y Yariel Duque conectó un elevado a lo profundo del center que llevó a Jefferson hasta tercera.
Con dos outs, cuando Arruebarena tenía cuenta de 1-2, César lanzó uno de sus pitcheos más rápidos en toda la tarde. Pero el disparo era una bola rápida de apenas 86 mph, lanzamiento bajo y pegado que “El Grillo” golpeó con facilidad hacia el jardín derecho.
Desde que sintió el sonido del bate, el intermedista Carlos Benítez alzó los brazos antes de que la conexión volara hasta caer en la zona corta del rightfield. Tal vez en otras circunstancias, Arruebarena habría intentado anticiparse y halar ese lanzamiento pegado, pero su disciplina en el plato se notó durante toda la tarde sin desesperarse ni perseguir pitcheos fuera de la zona de strike. Y esa es otra de las grandes ventajas que tendrá este equipo de los Cocodrilos, contar con Arruebarena y Mujica desde el inicio, fortificando un lineup que sin ellos fue cuarto en jonrones (55), onceno en slugging (.413) y décimo en OPS+ (110) durante la temporada regular de la 60 Serie Nacional.
El hit de Arruebarena se combinó con un enorme jonrón solitario de Eduardo Blanco, que provocó la explosión de César García en el inicio del séptimo episodio, para poner el score 4-3. De ese momento en adelante, los Cocodrilos desperdiciaron par de entradas con bases llenas, pero Naykel fue implacable y tampoco admitió libertades.
Al final, ambos bullpens mantuvieron el juego sin carreras, aunque los ceros llegaron de manera diferente. Matanzas desperdició el séptimo cuando cogieron fuera de base al corredor emergente, Julio César González, quien regresa tras seis temporadas sin vestir el traje de los Cocodrilos. El otro gran cero fue a la cuenta del diestro Luis Miguel González, pero todo el crédito lució la firma del shortstop Yulian Milán, quien completó una brillante atrapada para poner out en primera a Roberto Álvarez y cerrar el inicio del octavo.
Con los Santos bajo control—se fueron de 6-0 en el resto del juego después del primer inning—, los Alazanes parecían indefensos ante Naykel Yoel Cruz, quien cerró dejándolos de 16-1 sin que ningún corredor llegara a posición anotadora desde su entrada en el quinto capítulo.
La marea ofensiva nunca volvió a ser tan agresiva como irrumpió en el inicio del partido, y los Cocodrilos de Matanzas terminaron ganando otro juego de temporada regular ante los Alazanes de Granma. ¿Qué significará realmente este primer éxito? Tendremos más de 75 juegos para saberlo, pero definitivamente, la historia entre Alazanes y Cocodrilos cambiará los titulares de honor cuando la supremacía de los yumurinos se imponga en una serie de postemporada.
Entonces, esperemos, pues… hasta que no se pruebe lo contrario.
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