Este artículo salió originalmente el pasado 11 de noviembre de la mano de Yirsandy Rodríguez en Inside BaseballdeCuba. BaseballdeCuba lo reproduce para sus lectores y le invita a subscribirse a Inside BaseballdeCuba
Probablemente no haya visto lo suficiente sobre el Baseball 5. Quiero decir, no he podido prestarle la debida atención a las reglas y detalles que podrían marcar la diferencia individual y colectiva. Sin embargo, reconozco que la esencia del juego me es bastante familiar: golpear la pelota con la mano, sí, lo que los cubanos llamamos “jugar a la mano”, preferiblemente en las cuatro esquinas.
Juegas sin guantes, no puedes golpear la pelota más allá de los límites por encima de los jugadores de campo, pues todo se reduce a pegarle por el suelo. En mi tiempo, jugábamos un dos vs. dos, con par de bases. Hacia las más lejanas se corría y en los tramos más cortos, de primera a segunda, había que ir caminando. Si capturabas de aire se acababa la entrada. ¿Recuerdas? Era, como el juego adaptado de béisbol “al tato”, básicamente con un taco de madera, una pelota de trapo o cubierta con cinta adhesiva, un divertido desafío entre amigos.
Realmente, en mi época a inicios de los años noventa, lo que más jugábamos era “Quikimbol”: el lanzador tiraba una pelota grande, semejante a las de básquetbol, y luego el “jugador a la ofensiva” la pateaba lo más duro o alto posible. Ahí sí teníamos tres bases cortas y, desde luego, quien más lejos lograra elevar la pelota sin que nadie la atrapara, le daría la vuelta a las bases hasta marcar una carrera. Sé que hay algunos de mis amigos de la infancia que llegan hasta aquí a leer Inside BaseballdeCuba, y estoy seguro de que sonreirán recordando algunos momentos de nuestros partidos entre los grupos “A” y “B” de Quinto Grado en la Primaria Carlos R. Astiazaraín Turró.*
*Tengo dos de mis momentos favoritos para el recuerdo:
1) Cuando uno de mis amigos de la infancia, Denys Pérez, me devoró lo que parecía un jonrón en la última jugada antes de que tocaran el timbre y regresáramos a las aulas. Vaya, pensé que era incapturable, pero Denys apareció con sus gafas y atrapó la pelota cerca del pasillo lateral derecho—le dio algo así como un abrazo—, antes de llegar a unos lavaderos que estaban delante del comedor.
2) Bueno, mis compañeros de la infancia podrían recordarlo, aunque han pasado más de 20 años: fui uno de los principales jonroneros y tengo estadísticas archivadas al respecto, pero no había un momento más divertido que ver a Dainler García, uno de nuestros amigos, tratar de sacar un elevado a lo profundo del área de recreo donde jugábamos. ¿Y sabes qué era lo peculiar? Cuando Dainler pateaba la pelota, ¡lo hacía tan fuerte que sus zapatillas también salían volando!
De los juegos a la mano, no podría olvidar a uno de los mejores fildeadores que vi: Oscar García, quien sin dudas habría sido una estrella del Baseball 5. Si jugaste a la mano, sabes que hay dos aspectos fundamentales: tener reflejos y, al mismo tiempo, intentar que no pase la pelota. Oscarito parecía una especie de pulpo en el rectángulo defensivo delimitado en plena calle. Los otros dos jugadores admirables eran Carlos e Iván. El primero, quien más duro le daba a la pelota con efecto, a primer bounce. ¡Era imparable! Y, como sabes, esa virtud es clave, incluso para jugar el Baseball 5. El segundo, Iván, el que a más velocidad golpeaba la pelota, y no era precisamente con las manos cerradas.
Así pues, cuando leí esta mañana una noticia de que el team Cuba ha avanzado invicto en el Baseball 5 - un día después el equipo Cuba se tituló campeón mundial de manera invicta -, fue inevitable traer de regreso todos los recuerdos de tantos “juegos a la mano” que disfruté en mi infancia. No sé si es lo que recuerdas cuando ves a los jugadores del Baseball 5 prepararse para pegarle a la pelota, pero definitivamente sentí una sensación genial. Siendo honesto, nunca me imaginé que el Baseball 5 llegara a convertirse en un deporte oficial en tan poco tiempo. Quizás aún muchos de nosotros, quienes recordamos nuestros “juegos a la mano”, nos cueste creer que la esencia de aquel divertido entretenimiento ahora se haya convertido en un deporte mundial.
Sí, podría costar procesarlo y, digo más, creo que en realidad no será el primero de los nuevos caminos a explorar en el intento de entretener a los amantes de los deportes. De cualquier manera, como le dije a mi amigo Ángel, quien me invitó a ver un inning durante la tarde de ayer, me complace ver el nacimiento del Baseball 5.
Ojalá que tome fuerza, y felizmente se convierta en ese divertido deporte que solía ser en mi infancia.
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