Después ser llamado como emergente por el sexto bate, Yariel Duque, Ronney Muñiz tuvo que retornar al dugout.
Cuando los Alazanes de Granma activaron al relevista Kelbis Rodríguez, el manager de los Cocodrilos, Armando Ferrer, revocó su idea estratégica inicial de enviar a Muñiz de emergente por Duque. En dos turnos, Duque había fallado tres de los cinco swings con los que intentó golpear los lanzamientos del experimentado zurdo de los Alazanes, Leandro Martínez. Sin embargo, el umpire principal, Osvaldo De Paula, llamó a Ferrer y le dijo que debía enviar como emergente a Muñiz.
Para De Paula, Muñiz había sido un bateador “anunciado”, por lo que ya tenía participación en el juego y, por ende, debía consumir el turno al bate. Ante esa situación, Ferrer tenía dos decisiones que tomar en fracciones de segundos: (1) Mantener a Muñiz como emergente o, (2) Enviar a Juan Miguel Vázquez por Muñiz, quien luego no podría participar en el resto del juego.
Finalmente, Ferrer se decidió por la primera opción, la estrategia que tenía pensada si el coach de picheo Ciro Silvino Licea llamaba como relevista al zurdo Miguel Paradelo. Fue un momento de grandes decisiones que marcaron el Juego 5.
Leandro Martínez había permitido apenas dos hits contra 20 bateadores enfrentados, un bounce por la inicial de Andrys Pérez en el tercer inning, y una línea al left de Javier Camero iniciando el séptimo.
Leandro había sacado cinco de sus seis entradas de “1-2-3”, y el único bateador que se le embasó abriendo inning fue el leadoff Yadil Mujica, quien le ganó un boleto en cuenta de 3-1. Luego, avanzó a segunda por un boleto a Erisbel Arruebarena con dos outs. Bateando Camero, Mujica se coló en tercera aprovechando un wild pitch y, desde la antesala, completó la carrera con un sorprendente robo de home que puso de pie a la fanaticada en el estadio Victoria de Girón*.
*Producto de su deslizamiento en el home, Mujica salió lesionado al final del juego.
Sin embargo, los Cocodrilos estaban amarrados por el lazo tenaz de Leandro, quien retiró a ocho bateadores en fila entre ese final del cuarto y el inicio del lucky seven. Entonces, con Javier Camero en la inicial, el manager Carlos Martí pensó que era el momento de acudir al bullpen. Antes de decidirse, las cámaras de la señal de GameTime Sport, tomaron a Ciro Silvino preguntando claramente si lo sustituía, y Martí asintió con su cabeza, diciéndole que sí.
En juegos bajo tanta presión, cualquier estrategia podría decidir en el arriesgado escenario de la postemporada, pero Martí estaba dispuesto a confiar en su bullpen. Desde su colapso en el segundo inning durante la jugada donde Leandro tuvo una colisión con Andrys Pérez en la inicial, el zurdo de los Alazanes había tirado 53 picheos. Su promedio de 3.9 lanzamientos contra cada oponente fue alto durante todo el partido, a pesar de que admitió sólo dos hits.
O sea que, si analizamos el cambio en términos de volumen de trabajo, Leandro Martínez, a cuatro días de celebrar su cumpleaños 43 años, había cumplido el reto en el importante Juego 5 con la serie igualada 2-2. Dejó a un corredor en la intermedia, y le dio paso al diestro Kelbis Rodríguez, el principal relevista situacional de los actuales campeones nacionales.
Con el marcador 2-1 a favor de los Alazanes, Muñiz caminó hacia la caja de bateo. Después de todo, aún parecía enfocado para asumir el desafío. En sus dos turnos durante estos playoffs, Muñiz había fallado. Uno de ellos fue su sexto ponche en 19 apariciones al plato durante todo el año, donde su línea general exhibía un deficiente promedio de .118 (17-2), sin extra bases y con un rolling para double play.
Si se trataba de historia, Kelbis Rodríguez parecía tener ventaja en el duelo picher vs. bateador, asumiendo que Muñiz era un “emergente con discreto historial” en esta temporada. Sin embargo, más allá de sus números, las habilidades de Ronney Muñiz seguían siendo esperanzadoras. En 2019, antes de intentar firmar con alguna organización de MLB en República Dominicana, Muñiz destruyó la Serie Nacional Sub-23. Con 102 bolas puestas en juego durante 156 PA, Muñiz deshiló la pelota como cuarto bate de Matanzas, produciendo récords nacionales en remolcadas (49), carreras producidas (69), slugging (.667), OPS (1.186) y OPS+ (209).
Durante su travesía en Dominicana, tuve el placer de entrevistar a Muñiz, y nunca olvidaré una de sus frases más nostálgicas: “Cada mañana, cuando corro, llevo en mi mente todos esos recuerdos que tengo en el béisbol con mi provincia de Matanzas”.
Muñiz logró perfilar considerablemente su peso corporal, y en pocos meses logró una figura atlética. Intentó firmar con los Tigres de Detroit y los Yankees pero, por varias razones, nunca llegó el acuerdo que esperaba. Este año regresó a Cuba, y se incorporó a los Cocodrilos. Su accionar comenzó a finales de la temporada regular, con pocas sesiones de entrenamiento, pero estaba feliz de volver e incluso sin ser titular.
Para su turno más importante de la temporada, era evidente que Muñiz estaba en cierta desventaja ante Kelbis Rodríguez, pero el relevista granmense cometió el peor de los pecados contra cualquier emergente de los Cocodrilos: lanzar un picheo al centro de la zona de strike. Y digo “cualquier emergente”, porque la competitividad en el lineup de los Cocodrilos sigue siendo un combustible para cualquier jugador suplente. En una Final, si alguno logra tener rendimiento, es bastante difícil que no asegure algún puesto como titular para el siguiente partido.
Al primer lanzamiento, Ronney Muñiz garantizó mucho más que eso, cuando destrozó una recta de apenas 81 mph de Kelbis: conectó un jonrón a lo profundo del left-center, que le dio vuelta al marcador, 3-2, e hizo estallar de emoción a la gran fanaticada en el parque Victoria de Girón.
Muñiz recorrió las bases con una rápida carrera, y fue recibido por todo el equipo de los Cocodrilos en el plato. ¡Que momento! Hacía apenas segundos, estaba de regreso al dugout, pensando que su turno no se daría. Y, luego, al primer lanzamiento, con un solo swing, Muñiz le dio a los Cocodrilos el batazo que esperaron por mucho tiempo, desde que se convirtió en uno de los grandes prospectos del equipo.
Después de un partido donde abrieron delante 2-0, y fueron encaminados por otra joya de picheo de Leandro Martínez, los Alazanes no pudieron remontar. Los brazos de Naykel Yoel Cruz y Noelvis Entenza colgaron seis ceros consecutivos. Naykel rescató la tambaleante apertura de Renner Rivero, lanzando 4 ¹/₃ innings sin admitir libertades. Cuando entró en el inicio del tercer capítulo, su velocidad rozó las 90 mph, a diferencia de su relevo en el Juego 3, donde marcó una media de 83 mph. Naykel golpeó a Alexquemer Sánchez, pero William Luis devoró un lineazo de Pedro Almeida al rightfield, que sentenció la entrada con bases llenas.
De ese tercer inning en adelante, los Alazanes fueron limitados por Naykel hasta el inicio del octavo, sin poder llevar a ningún corredor hasta posición anotadora. Así que, por segundo día en fila, la gran oportunidad para los campeones llegaba en el octavo episodio. Guillermo Avilés abrió con sencillo el right-center, y se coló en la intermedia por una pifia del centerfielder Yoisnel Camejo. Carlos Benítez le sacó un boleto a Naykel en cuenta de 3-1, y los Alazanes colocaron el posible empate y ventaja en la intermedia.
En esa situación, Ferrer envió al box a Noelvis Entenza, a quien ha bautizado como su “Caballo de Batalla” del bullpen. Sin outs, Carlos Martí sorprendió ordenando un toque de sacrificio con Iván Prieto, el líder en remolcadas de los Alazanes en estos playoffs. Prieto ya había llegado a 16 impulsadas en esta postemporada, cuando elevó a 32.3% de promedio de corredores impulsados desde posición anotadora, tras conectar doble ante una recta de 88 mph de Renner Rivero en el tercer inning. Y, bueno, ya sabes… no hay jugada “buena” o “mala” en el béisbol, hasta que no ves los resultados. Prieto tocó perfecto para la ocasión, y Avilés y Benítez cabalgaron hasta tercera y segunda, respectivamente.
Había un out.
Quizás se suponía que Alexquemer Sánchez, quien entró al juego con un excelente promedio del 40% empujando a corredores en posición anotadora, recibiera cuatro pelotas malas para abrir una opción de double play, pero Entenza quiso retarlo. Fue una jugada osada y, una vez más, Ferrer confió en el ímpetu de su as. Cinco disparos después, Alexquemer fue abrumado por los picheos pegados y el cambio de plano de Entenza, lanzándole sliders bien bajas, que rotaron del centro de home hacia afuera.
El tercer out del inning lo entregó Pedro Almeida, con un rodado inofensivo al campo corto, y los Alazanes perdieron la gran oportunidad de al menos empatar el juego. Sí, la estrategia no le funcionó esta vez a Martí, así sucede en el béisbol. En el final del octavo, Erisbel Arruebarena dio el estacazo que aseguró el marcador final de Matanzas, 4-2, un sencillo ante el cerrador de los Alazanes, Carlos Santana.
Entenza retiró el noveno en fila, con otra gran jugada defensiva de Arruebarena, poniendo fuera al veloz Francisco Venecia en bounce al short. Quizás la reacción de Venecia defina lo que los Alazanes sintieron cuando Yovany Millán entregó el out final del Juego 5: cuando se deslizó en la inicial, Venecia dio un golpe al aire, frustrado por no haber podido llegar safe.
Los Alazanes tuvieron la ventaja en esta Gran Final, 2-1, pero los Cocodrilos remontaron y ahora están a un éxito de ganar el título.
En su último juego en casa durante esta temporada de 2022, los Cocodrilos pudieron haber dado el golpe mortal, pero aún tienen que ganar un partido como visitantes. El lunes podría definirse la Gran Final, a no ser que los Alazanes de Granma, quienes aún son los actuales campeones, reaccionen con un éxito para forzar el Juego 7 en casa.
Esta historia no ha terminado.
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