Si eres lo suficientemente optimista, no harás caso omiso a otra derrota que estremece al descendente nivel del béisbol cubano.
Dirás, entre otras cosas, quizás, que “los jugadores estaban inactivos, pero tomarán el ritmo”. Verás la esperanza de múltiples colores. Sin embargo, la realidad es que, una vez más, se notó el impacto del nivel actual en el béisbol cubano cuando enfrentan eventos internacionales. El nuevo capítulo que salió a luz, fue este sábado en el debut del team Cuba (una versión reforzada de los Alazanes de Granma, actuales campeones nacionales) ante Holanda, los tradicionales anfitriones de la Semana Beisbolera de Haarlem.
La selección dirigida por Carlos Martí, sufrió derrota de 5-1 contra uno de los equipos favoritos para llevarse el título del legendario torneo en tierras de Tulipanes. Los Alazanes, reforzados por varios jugadores, no pudieron cambiar la historia de éxitos dominantes de Holanda frente a Cuba durante más de una década.
Esta vez, la Ley de los Tulipanes volvió a repetirse, con un sobrado nivel de juego como principal argumento. Desde el mismo primer inning, Holanda lució la agresividad de un equipo cuya complexión está armado con una combinación entre veteranos de viejas batallas beisboleras y jóvenes voraces.
Con apenas dos bateadores enfrentados—y un intenso gasto de 12 picheos—, Holanda amenazó rápidamente al diestro granmense de los Alazanes, César García: el leadoff de 38 años, Rogear Bernadina, quien bateó 312 hits en 548 juegos de Grandes Ligas, negoció un boleto después de seis disparos al pentágono. Y, acto seguido, Coco Balentien sonó cañonazo al right-center que encendió la luz verde en los senderos.
Luego de un par de jugadas, el escenario situacional de uno de los partidos con más atracción de público en la Semana Beisbolera de Haarlem, reveló sus dos caras de la moneda: El picheo cubano ajustándose a la disciplina en el plato que suelen tener sus oponentes a “nivel internacional”*, y la ausencia de ese picheo imponente—no por falta de velocidad—en dos strikes.
*Demostración verídica: los envíos que normalmente persiguen los bateadores en la Serie Nacional cubana, apenas cuentan—para no ser absoluto—en la mecánica de ataque de los bateadores foráneos.
Aun así, César salió del atolladero, aunque admitió la primera rayita del juego, cuando Sharlon Schoop levantó un bounce que rozó su mano derecha, y sirvió para el forcé out en la intermedia. Luego, tras la férrea disputa siete picheos más tarde, un rodado al short capturado por Alexander Ayala, evitó que Juremi Profar abriera camino para Denzel Richardson, quien llegó al primer cojín con sencillo.
Tan rápido como en el final del segundo inning—y digo rápido porque Dennis Burgersdijk liquidó el primer round con apenas siete lances—, Cuba logró empatar la pizarra. A diferencia del primero, cuando Leonel Moas Jr. se embasó por sencillo y luego fue cogido robando tras el ponche a Osvaldo Abreu, llegaba el primer corredor de los dirigidos por Carlos Martí a posición anotadora.
Sencillos de Frederich Cepeda y Guillermo Avilés se unieron con una pifia de Bernadina en el center, y Dennis Laza hizo lo de siempre: batear en situación de clutch, forzando el empate 1-1. Sin embargo, Burgersdijk detectó rápidamente cuál sería su estrategia a seguir para encarar el ímpetu de los agresivos bateadores cubanos: ser acucioso con el comando de sus primeros lanzamientos, combinar la variedad de velocidades y, lo clásico, por supuesto, lanzar strikes.
De los siguientes ocho oponentes que enfrentó, Alexander Ayala desató el único swing con habilidad para conseguir éxito: bateó un doble abriendo el cuarto capítulo, que rompió una cadena de cinco outs seguidos de Burgersdijk.
Ayala fue el segundo corredor y el último de Cuba que llegó hasta posición anotadora por un imparable en toda la tarde. El otro fue Iván Prieto, en el final del quinto, por error del torpedero John Polonius, pero allí quedó esperando remolque, cuando Alexquemer Sánchez entregó un elevado al right.
Sin velocidad—al menos para explotarla como una verdadera herramienta—, poder limitado y pobre bateo con corredores en circulación, el juego había terminado para Cuba mucho antes del séptimo inning. A lo sumo, quedaba una vuelta más de la alineación para esperar la tanda de los “artilleros”. La respuesta ofensiva nunca llegó, y los lanzadores de los Tulipanes cumplieron con el primer requisito sobre el box: lanzar strikes.
No regalaron boletos. De 86 picheos, ninguna de sus 24 secuencia terminó con cuatro pelotas malas. Sí, eso es igual a “no regalar nada”, y en el béisbol, mientras menos posibilidades de embasarse le ofrezcas al contrario, más probabilidades tienes de ganar.
Con el picheo cubano sucedió algo parecido, pero a la inversa. El primer abridor del equipo, César García, admitió par de hits y concedió tres boletos. El as de los Alazanes dominó de 1-2-3 el segundo y tercer capítulos, pero abrió el cuarto con par de boletos, y Martí entendió que era hora de activar el bullpen. Luego, Yoel Mojena, Pavel Hernández, Miguel Paradelo y Kelbis Rodríguez. Desde el cuarto hasta el séptimo episodio, el bullpen fue responsable del juego y no pudo evitar el derroche ofensivo de los Tulipanes.
Jeremi Profar, de 26 años, hermano del infielder de los Padres de San Diego, Jurickson Profar, quien ha registrado 5.8 bWAR en nueve temporadas al nivel de Grandes Ligas, rompió el empate con un rolling a tercera que Abreu no pudo controlar. El batazo fue anotado como hit, aunque realmente era la gran posibilidad de cerrar ese sexto inning con dos outs.
En el inicio del séptimo, Rogear Bernadina aplastó un picheo del zurdo granmense Miguel Paradelo, produciendo jonrón de tres carreras que dictó sentencia en el Pim Mulier Stadium, con marcador final de 5-1.
Una vez más, la ofensiva del team Cuba fue limitada: ningún bateador logró multi-hit, no aprovecharon el único extra base del juego, ni pudieron adelantar corredores, a pesar de que abrieron tres de las primeras cuatro entradas embasando al primer bateador. Para un juego de siete innings, los equipos necesitan producción rápida, ya que normalmente la tanda no debe dar más de tres vueltas en un partido cerrado.
Este sábado durante su debut en Haarlem, los bateadores colocados por Cuba del sexto al noveno turno, cedieron el 38% de los outs (8 de 21) que buscaron los lanzadores de Holanda. Apenas cuatro corredores llegaron a posición anotadora, y uno solo pisó el home.
El picheo de los Tulipanes cerró a la ofensiva cubana, resolviendo las situaciones con un promedio de 12.2 picheos por inning. Eso fue marcar la diferencia, con efectividad y consistencia, arrojando resultados reveladores:
Porcentaje de strikes
Lanzadores de Holanda: 67%
Lanzadores de Cuba: 57%
Cuando el picheo se combina al nivel de juego que exhibió Holanda, solo vuelvo a recordar cómo a veces idealizamos la calidad de nuestros bateadores ante un picheo generalmente ineficaz a día de hoy en nuestra Serie Nacional. Y, por supuesto, no podemos esperar ajustes tan rápidos de los bateadores cubanos, cuando se enfrentan a un picheo totalmente inexplorado durante todo un año.
La semana de Harlem apenas comienza: veremos si el team Cuba puede superar las tribulaciones en un torneo que aún revive emociones impulsadas por su tradición, a pesar de haber bajado el impacto del nivel considerablemente en comparación con las ediciones a mediados de los 2000.
(Foto: Netherland archives)
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